Aunque no lo creas, durante mucho tiempo, prácticamente toda la historia, se daba por sentado que el ser humano tenía una antigüedad de unos cuantos miles de años “nada más”. Y a nadie de se le ocurría decir lo contrario. Vamos, que era una de esas ideas inamovibles e incuestionables que ha perdurado hasta hace relativamente poco. Si lo ponía la Biblia, ¿quién iba a ponerlo en entredicho?
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Los inicios de la periodización de la humanidad
Pero todo cambió con la llegada del Renacimiento, movimiento cultural en que la ciencia, a través de la razón, empieza a cuestionarse postulados que hasta el momento eran sagrados (como la antigüedad de nuestra especie). Así, hacia el siglo XVII empezaron movimientos por establecer una cronología sobre la humanidad.
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¿Y por dónde empezamos?
No cabe duda de que el solo planteamiento crearía cierta inquietud por establecer una fecha de inicio a la humanidad. Pese a los intentos racionalistas por establecer unas fechas lo más científicas posibles, una primera aproximación llegó desde las Sagradas Escrituras. El Arzobispo Ussher, a partir de complicados cálculos basados en los testimonios de la Biblia, calculó que el mundo se creó el 4004 a.C. A pesar de que pueda parecer poco creíble, la fecha gozó de total apoyo durante bastante tiempo.
Pese a que hubo ciertas aportaciones científicas en contra, la idea de Ussher sobre la antigüedad de la Tierra perduró hasta que se empezó a tomar conciencia de que la naturaleza podía contener información acerca del pasado de la tierra y la humanidad. Esto dio lugar cuando algunos científicos empezaron a encontrar evidencias que refutaban y dejaban muy atrás las fechas de Ussher.
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¿Qué hizo llevar el origen de la humanidad más allá del 4004 a.C.?
La Edad geológica de la tierra
Pues no vino de la Arqueología, no. Fue la Geología, y en concreto Niels Stensen quien en 1669 propuso otra historia bien distinta de la que proponía Ussher basándose en el perfil geológico de la Tierra y proponiendo la superposición de capas.
Pero no fue hasta que Charles Lyell, con su libro “Principios de Geología” (1830), cuando se llevó la edad de la Tierra cientos de miles de años atrás aduciendo, al igual que su colega casi dos siglos antes, que la tierra estaba formada por capas sobre capas de sedimentos.
Este pensamiento, con un gran argumento de por medio, revolucionó la imagen que se tenía hasta entonces del pasado de la Tierra, y por consiguiente, del ser humano.
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Desde la Arqueología
Si hubo algún factor determinante para poner en duda la edad de la humanidad en Arqueología fue el trabajo de John Frere quien en 1797 encontró unas piedras que parecían indicar que habían sido trabajadas. Raspadores, cuchillos, hachas… herramientas que debieron haber sido creadas por el ser humano en tiempo remotos.
¿Y por qué más antiguas que la edad propuesta por Ussher? Pues porque aparecieron en un depósito junto con restos de huesos de animales extinguidos; lo que hizo reflexionar a Frere sobre la antigüedad de los humanos que elaboraron esas herramientas. A pesar de que su trabajo se publicó para la comunidad arqueológica, pasó totalmente desapercibido para la inmensa mayoría durante años.
Pero era una evidencia que se acabaría por imponer tarde o temprano. Pronto empezaron a aparecer, a lo largo del siglo XIX, numerosos restos de piedras con evidentes muestras de acción humana junto con restos de animales.
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La prueba definitiva aparecería en un yacimiento cerca de la ciudad belga de Lieja en 1833, donde aparecieron restos de piedra trabajada junto a restos animales….y humanos “rudimentarios”. El arqueólogo Schmerling se sorprendió al encontrar restos animales y humanos en un mismo depósito (es decir, en el mismo contexto) con un razonable parecido estado de conservación.
Esto hizo que se planteara la hipótesis de que probablemente, ambos restos (animales y humanos) fueran coetáneos. Empezaba a sobrevolar nuevas ideas sobre la humanidad en Arqueología, esta vez con gran cantidad de evidencias que aparecieron por toda Europa, aunque no era todavía suficiente para refutar la estúpida edad de la Tierra calculada por Ussher.
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La aportación de Darwin en el origen de la humanidad.
Fue Darwin entonces quien, a raíz de la propuesta de Lyell, formuló una evolución de las especies a lo largo de un gran periodo de tiempo.
Charles Darwin, en 1850 con su libro “El origen de la especie”, propuso el origen de las especies en hace millones de años, lo que hizo que se replantease de nuevo el origen de la especie humana. Ya no eran unas cuantas piedras, unos restos de animales o de “rudimentarios” huesos humanos. Darwin ofrecía una postura científica, una teoría para refutar a “Las Sagradas Escrituras”.
Quizás pueda parecer estúpido que perdurara la idea de que la tierra tan sólo tuviera unos 6.000 años pero oponerse a la visión religiosa y combatir el argumento de creación divina era una empresa muy difícil de vencer. Y como no podía ser de otra manera, estas ideas sobre el origen “terrenal” y no divino de la humanidad encontraron la oposición de la Iglesia. Pero ya nada podía hacerse pues a finales de siglo XIX la idea de un ser humano más antiguo era ya tomada como más que una teoría en toda Europa.
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Se sucedieron numerosos trabajaos arqueológicos que demostraban la contemporaneidad de restos humanos con restos de fauna extinta por toda Europa (sobre todo en Francia). Se podría decir que la visión de un ser humano más antiguo vino gracias a 3 ciencias que, cada una en su papel, consiguieron demostrar cuán equivocada era la explicación propuesta por Ussher:
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- La Biología con Charles Darwin y sus trabajos por determinar el origen de las especies.
- La Geología con Charles Lyell y sus postulados sobre la edad geológica de la tierra.
- La Arqueología a través de las evidencias arqueológicas que evidenciaban la contemporaneidad de restos óseos humanos con animales extinguidos.
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Para que veas, ayer y hoy, la aportación de diferentes disciplinas a un mismo problema ayuda a resolver las incógnitas.