Está claro que en Arqueología, lo más llamativo, lo más conocido y lo que más llama la atención es la excavación. Seguro que si te imaginas trabajando en Arqueología lo haces viéndote en mitad de un campo, con la rodilla clavada en la tierra y rasqueta en mano. El trabajo de campo es lo más característico de esta profesión pero en realidad no es más que la punta del iceberg. Un proceso más dentro del engranaje que es la investigación arqueológica.
La semana pasada estuve visitando Cartagena con una amiga que ejerce de guía en esa ciudad, con un Patrimonio Cultural espectacular. Y no podía perderme el gran teatro romano de Carthago Nova.
Un edificio espectacular de época romana que se encuentra en un gran estado de conservación gracias al gran trabajo arqueológico que se ha llevado a cabo desde finales de los 80 hasta nuestros días, y también gracias a que estuvo soterrado por otras construcciones modernas que desde su abandono fueron ocupando el espacio y ocultando el grandioso teatro hasta que surgió de nuevo a finales del siglo XX cuando empezaron las excavaciones arqueológicas para sacarlo a la luz.
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Tras el trabajo de campo viene el de investigación.
Las excavaciones arqueológicas han extraído tal cantidad de material inédito y original que a día de hoy se sigue trabajando en la catalogación, restauración e inventariado del registro material que se encontró en las campañas de excavación. Tras más de 20 años, los trabajos de laboratorio en el teatro de Carthago Nova no han cesado.
El trabajo de campo es lo más característico de esta profesión pero en realidad no es más que la punta del iceberg
Creo que con este ejemplo te puedes hacer una idea de lo que puede suponer una campaña de verano para el trabajo de laboratorio en un proyecto de Arqueología. Todo proyecto arqueológico, por pequeño que sea, genera gran cantidad de documentación y ofrece un registro material arqueológico que necesita ser estudiado y tratado en el laboratorio.
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En el laboratorio arqueológico se ven personas con batas blancas
En realidad no. O casi nunca para ser exactos. Quizás el hecho de que se refiera al trabajo de post – excavación con el nombre de “laboratorio” te puede hacer pensar que las personas que trabajan ahí están ataviadas con largas batas blancas y zuecos pero la realidad es que se trata de un espacio mucho más heterogéneo dependiendo del tipo de labor que se esté llevando a cabo en cada momento.
Yo he estado trabajando en “laboratorio” limpiando cerámica, catalogándola, con el inventariado, etc. y lo más tecnológico con que contaba era un cepillo de dientes y un barreño de agua. También he estado resolviendo (intentándolo) problemas de la matrix de Harris derivados del trabajo de campo. En este caso me basaba en los planos, las fichas y la información introducida en el programa informático Ark para comprobar que todo coincidía.
El trabajo de campo recupera las piezas del rompecabezas de la Historia. Y en el laboratorio tratas de juntar unas piezas con otras
Estos son ejemplos sencillos de lo que puede dar de sí el trabajo de laboratorio tras la excavación arqueológica. Por lo general, todo el material extraído de la excavación arqueológica pasa posteriormente por el laboratorio para ser estudiadas.
Como el propio trabajo de excavación, en el laboratorio se siguen unas tareas muy sistemáticas para intentar catalogar todo el material. Limpieza, agrupación de las piezas, reordenación, silgado, etc. El trabajo de campo recupera las piezas del rompecabezas de la Historia. Y en el laboratorio tratas de juntar unas piezas con otras (en sentido literal y figurado).
El trabajo de inventariado es todo un mundo. Una labor muy sistemática y de paciencia pues consiste en separar “el grano de la paja” y empezar a poner orden a partir de los restos descubiertos. Te aseguro que es todo un reto. Pero esto lo abordaré en otra ocasión.