La Arqueología es una disciplina muy sistemática. Cuenta con un método de trabajo que permite excavar y obtener información a partir de los yacimientos arqueológicos. Una excavación puede generar una gran cantidad de documentación y desenterrar muchos objetos que se tienen que poner en contexto y ser utilizados para escribir la historia del yacimiento.
Pero para estudiar y comprender la Historia, los acontecimientos de un sitio arqueológico, es importante situarlos en un contexto en el tiempo y el espacio (algo sucedió en un lugar y en un momento concreto); de este modo será más comprensible y podremos identificar el acontecimiento, otorgándole identidad y ordenándolo dentro de una sucesión de hechos.
Esto que parece de Perogrullo no es tan baladí. Cuando la disciplina de la Arqueología empezaba a dar sus primeros pasos, los anticuarios se dedicaban exclusivamente a acaparar objetos sin relacionarlos unos con otros, sin estudiar su significado, puesto que el valor de los objetos eran las piezas en sí. Muchas de los trozos de piedra que se encontraban en los yacimientos eran considerados de todo menos herramientas hechas por el ser humano. Y lo que es peor, no se tenía ni idea de cómo ordenar todos esos objetos.
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Inicios de la clasificación
Pero desde hace tiempo algunos anticuarios y geólogos observaban esos trozos de piedra como utensilios del ser humano prehistórico, mucho antes de que existiera el hierro. Pese a que era una idea transgresora en la época, no era nueva.
Había escrituras clásicas que hablaban de una posible secuencia tecnológica del ser humano desde el trabajo de la piedra hasta el descubrimiento y utilización del hierro. Michele Mercati, que en el siglo XVI acometió la labor de catalogar la colección de piedras del Vaticano decía muy acertadamente lo siguiente:
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Las primeras herramientas del ser humano fueron las manos, uñas y dientes, también lo fueron las piedras, trozos de madera, llamas y fuego tan pronto como fue descubierto. Más tarde las propiedades del hierro y el bronce fueron descubiertas, pero el bronce apareció primero, siendo el uso del hierro más tardío.
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Hete ahí una de las primeras referencia sobre catalogación tecnológica de la Prehistoria. Sin embargo, su división tecnológica de la prehistoria no tuvo mucho calado en Europa y hubo que esperar al siglo XIX a que se pusiera de moda.
El danés C. J. Thomsen fue el encargado de poner en orden la colección del Museo de Dinamarca. Thomsen decidió dividir los artefactos en piedra, bronce y hierro lo que más adelante describió él mismo como Sistema de Tres Edades para empezar y . En 1836, a raíz de ese trabajo publicó su obra “Guía de las antigüedades del Norte” donde proponía catalogar las colecciones por Edad de Piedra, Edad del Bronce y Edad del Hierro dependiendo del material (piedra, bronce o hierro ) con que estuviera hecho el objeto.
Esta vez sí que tuvo gran acogida la propuesta en la comunidad arqueológica, el “Sistema de las Tres Edades” pues permitía clasificar los artefactos en orden cronológico dependiendo de su tecnología y manufacturación.
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Nueva dimensión de los objetos
A partir de ese momento los objetos encontrados en los yacimientos adquieren una nueva dimensión más allá del mero fetichismo otorgando sentido y conocimiento, y permitiendo establecer un estudio sistemático del sitio a partir de su cultura material.
Un aspecto importante en la iniciativa de Thomsen fue que, aparte de relacionar los objetos por material, trató de asociarlos unos con otros. De esta manera observó que objetos de cerámica aparecían a lo largo de las tres edades; no sucedía así con el cristal que sólo aparecía en niveles estratigráficos relacionados con el hierro.
Así empezó a establecer las primeras relaciones entre los diferentes objetos materiales del yacimiento. Del mismo modo, Thomsen se dio cuenta de que en la Edad de piedra solía aparecer un tipo de tumba en cámaras de piedra mientras que en la Edad de Bronce y Hierro se realizaba más la cremación.
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Evidentemente, este sistema no otorgaba datos absolutos pero permitía establecer unas fechas relativas razonables a raíz de un desarrollo tecnológico. Puede decirse que nacía así la tipología arqueológica.
Más tarde Oscar Montelius demostraba que un mismo artefacto varíaba y evolucionaba con el tiempo sin modificar su utilidad práctica, al igual que en nuestro tiempo los coches de hace 50 años no son iguales a los actuales a pesar de que siguen cumpliendo la misma función.
Conforme se fue avanzando en el estudio de la Arqueología se fueron estableciendo subdivisiones de la Edad de Piedra y la Edad de los Metales basándose en una tipología más concreta y profunda. La periodización en Arqueología es en la actualidad mucho más compleja que como inicialmente Thomsen planteó.
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No en todas las áreas del planeta se ha seguido una evolución tecnológica homogénea como para encasillar todas las culturas en un sistema tan restringido. En algunas zonas del mundo, por ejemplo, hay culturas que pasaron de elaborar artefactos de piedra a hacerlos de hierro.
Por tanto, hoy en día se tiende a utilizar en ocasiones cronologías tipológicas regionales o locales de cada territorio concreto. Pese a ello no cabe duda de que el Sistema de las Tres Edades significó un cambio radical en la manera de clasificar y tratar los artefactos y una gran evolución en la Arqueología.
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Características de las Tres Edades
Por tanto, cada vez que visites un museo o excaves en un yacimiento arqueológico, presta atención al material y los utensilios que encuentres, pues te estarán diciendo la época aproximada a la que pertenecen. Para que te hagas una idea aquí tienes algunas de las principales características de cada periodo:
Edad de piedra
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Desde hace 1 millón de años hasta hace 8000 años (las fechas en Prehistoria están en continua revisión con lo que tómalas como una datación aproximada. Además varía dependiendo de la zona). Comprende desde que el ser humano empezó a elaborar herramientas y artefactos de piedra hasta que empezó a elaborar metales.
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Tecnología de piedra, madera (aunque los restos orgánicos no perduran en condiciones normales) y hueso.
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Son nómadas aunque al final de la etapa de piedra (la que corresponde con el Neolítico) empieza la sedentarización en Próximo Oriente
- De cazadores y recolectores al inicio de la edad de piedra a agricultores y ganaderos en las etapas finales.
Edad de bronce
- Hacia el 2500 a.C. hasta el siglo VI a.C. (también, orientativo).
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Tecnología de piedra pero se introduce además el uso y producción e herramientas de bronce. Útiles, armas y adornos de metal aparecen en el registro arqueológico.
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Sociedades más complejas y jerarquizadas. Se desarrolla la vida urbana en toda Europa. Surge la comercialización y especialización del trabajo.
Edad de hierro
- Hacia el siglo XIII/VI a.C. – hasta la romanización (aparición del Imperio Romano)
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Tecnología de hierro, más fuerte y de mejor calidad. Destaca la aparición de hornos de fundición, lo que muestra una mayor sofisticación tecnológica.
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Aparecen los primeros Estados con hegemonía militar.
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Las sociedades de América y Oceanía parece que no experimentaron esta etapa en su desarrollo histórico.