La semana pasada pulicamos un estudio sobre la evolución humana y la concepción cognitiva de la realidad. Un estudio de (entre otros) Felipe Criado que se llevó a cabo con una nueva forma de hacer arqueología: la neuroarqueología.
Y este tema me llevó a reflexionar sobre la propia evolución humana. La sociedad, la gente, la naturaleza, el universo,etc. Todo evoluciona. El concepto de evolución lo utilizamos a diario para referirnos a un cambio de un estado a otro; sea el contexto que sea. Como aquí hablamos de arqueología, y por consiguiente del ser humano. Ahora bien, ¿qué entendemos por el concepto de evolución en relación con la humanidad?
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Evolución del Código genético en el Ser Humano
Pero ese cambio no se ha producido de manera individual, persona a persona, sino que se ha producido de manera paulatina en la especie humana global. Ello ha sido posible gracias a nuestra capacidad de adaptación y de aprendizaje intrínseca en nuestra naturaleza como seres vivos.
Hoy en día vivimos más que hace unos pocos años. Esto es debido a que nuestra alimentación ha mejorado, podemos combatir las enfermedades, estamos más protegidos contra catástrofes. Todo esto en términos globales, como especie.
Está claro que las diferencias entre las partes del mundo son muy grandes en cuanto a recursos y accesibilidad a salud, alimentación y educación. Pero en términos de especie, ¡somos una pandemia!
Pues bien, el hecho de que seamos más longevos que hace unos años no quiere decir que estemos evolucionando pues nuestro código genético sigue igual. Lo que estamos modificando es nuestra capacidad de afrontar diferentes riesgos – hambre, sanidad sobre todo- a los que hace tan solo unos cientos de años no sobrevivíamos. Es una evolución de nuestro entorno, no de nuestro código genético.
El principal motor de evolución en el ser humano se ha producido por la selección natural. Esta teoría establecida por primera vez por Charles Darwin, establece la competencia entre la propia especia por adaptarse mejor al medio y a las circunstancias de su entorno para sobrevivir. De este modo, a lo largo de mucho tiempo, los genes que son más fuertes o más propensos a adaptarse al entorno, son los que tienen más posibilidades de sobrevivir y heredarse de un individuo a otro por naturaleza.
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¿Seguimos evolucionando?
Recuerdo hace ya unos cuantos años, un programa que hacía en una televisión que ni tan siquiera recuerdo el nombre – localia creo que era – que se llamaba Noche sin tregua que era presentado por Dani Mateo y trataba sobre entrevistas a personajes de actualidad.
El programa estaba bien (¡en serio!). Una noche llevaron a Juan Luís Arsuaga y para terminar la entrevista, Dani Mateo le preguntó si el ser humano iba a seguir evolucionando. Arsuaga contestó que es un poco difícil que siguamos evolucionando como lo habíamos hecho hasta hace unos cuantos miles de años porque no lo necesitamos. En la actualidad, si queremos escuchar a alguien que se encuentra lejos de nosotros usamos un megáfono; si queremos ver algo a lo lejos nos ponemos unos prismáticos; si queremos correr más cogemos un coche, etc.
-hvmv
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El ser humano ha llegado a tal punto de desarrollo cognitivo que es capaz de superar las barreras sensoriales propias de la naturaleza para apoyarse en dispositivos externos para superar esas dificultades o esos impedimentos. Nuestra capacidad física no tiene que esforzarse y modificar para adaptarse porque construimos un aparato que nos hace el trabajo.
No en vano, esta reflexión me lleva a pensar que, si bien la evolución genética de nuestras cualidades físicas se ha visto ralentizado por nuestra habilidad para fabricar herramientas de apoyo, no sucede lo mismo con nuestra capacidad cerebral pues el cerebro si que sigue evolucionando. ¿De qué forma? No tengo ni la más remota idea. ¿A mejor? ¿A peor? La cuestión es que está cambiando y adaptándose al mundo que a la vez creamos nosotr@s mismos.