Los Puentes, olvidados del patrimonio
Hay un Patrimonio Histórico, más allá de los castillos e iglesias que nos suele pasar más desapercibido. Se trata de los puentes históricos que también forman parte de nuestra pasado y conservarlos es una de nuestras obligaciones. Muchas de estas construcciones están en el origen de nuestras localidades, que surgieron alrededor de unos puentes, construidos sobre un vado anterior por el que discurría una vía importante.
Solemos pasar sobre los puentes sin percatarnos de su belleza, ya que habitualmente están tan bien construidos que seguimos usándolos en nuestros días. Este uso continuado que ha permitido que muchos lleguen a nuestros días, paradójicamente supone también un peligro para su conservación.
Los más antiguos de los puentes que tenemos cerca son los pocos de época romana que se han salvado, entre los que tenemos magníficos ejemplos como el de Alcántara, o los de Córdoba, Mérida y Salamanca.
El prestigio de la ingeniería de puentes romana es tal, que hoy en día es bastante habitual llamar Puente Romano, a cualquiera que tenga una buena construcción de sillería, obviando que muchos de ellos son obras de los siglos XVI a XVIII, cuando la mejora de la red de carreteras llevó a la construcción de muchos de ellos.
Su importancia histórica ha sido innegable y han sufrido en los avatares bélicos. Durante la Guerra de Independencia se convirtieron habitualmente en víctimas, con voladuras de sus ojos para impedir el tránsito de los enemigos.
Es por todo ello que no debemos olvidarnos de nuestros puentes y fomentar su conservación y restauración para que sigan cruzando los ríos como lo han hecho durante generaciones.
En la próximas semanas Patrimonio Inteligente va a intervenir en la consolidación y pavimentación del Puente de Valladolid en Arévalo
Se trata de una histórica construcción medieval del siglo XIV, de estilo gótico mudéjar, hecho a base de ladrillo macizo, piedra caliza rajuela y argamasa de cal y arena.Una lápida atestigua una de las ultimas restauraciones durante el reinado de Carlos III, en el año 1781, debido a una gran crecida que había derribado parte de su estructura.
Ha sido puerta de la muralla de la Villa pues en la entrada sur del puente, existió una torre almenada con arco ojival unida al lienzo norte de la muralla, hasta que en el año 1889 fueron derribadas tanto la torre como el lienzo norte de la muralla.