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El kit de herramientas en una excavación arqueológica

Cuando vas a una excavación arqueológica sueles ir con mucho entusiasmo. Pensando en lo que te puedes encontrar, lo que vas a excavar, si habrá algo o simplemente te dedicarás a palear y levantar toneladas de tierra…

Si eres estudiante y has estado empollando durante todo el año, estarás más que preparada para entrar a formar parte de algún proyecto de excavación de verano. En los días previos, es cuando te pones a afilar las armas y desempolvar tus utensilios.

Probablemente, lo primero con lo que te hagas será con la rasqueta, tu eterna compañera infatigable que te acompañará en toda excavación. También tendrás a mano un cubo, una escobilla y el recogedor…

En cuanto a herramientas arqueológicas se refiere, esto es todo un mundo para cada persona. Hay quein simplemente necesita una rasqueta y luego se hace con cualquier herramienta que haya en el proyecto arqueológico. Pero hay otras personas que prefieren ir con todo su “equipo” personalizado (cuando digo personalizado quiero decir que le ponen hasta nombre) a todo proyecto.

Lo esencial en una excavación

Lo que jamás te puede faltar es la rasqueta. Algunas excavaciones te lo aportan pero siempre es mejor llevarla tú mismo. No sé el resto pero yo aún conservo mi primera rasqueta. Está inservible pero es una especie de reliquia para mí.

Hay personas que en su mochila incluyen también repelente par mosquitos, crema solar, gorra, botellín de agua, guantes y una libreta; no te olvides la libreta…. Todo un kit de supervivencia para cualquier excavación.

Al llegar al yacimiento

El primer contacto de la mañana con tu rasqueta, escribir las primeras impresiones en tu libreta o dar las primeras paladas de tierra te espailarán y te permitirán entrar de lleno en el juego de excavar.

Quizás veas herramientas que ni si quiera sabrás para qué las vas a necesitar. De hecho, la rasqueta es la única imprescindible. Pero, como te digo, llegará el momento en que necesitarás otro tipo de herramientas que vamos a ver ahora.

A parte de la rasqueta, tu herramienta indispensable, hay quien le gusta contar con un kit de “mini rasquetas” para el trabajo más delicado; rasquetas pequeñas del tamaño poco más que el de un lápiz y con una pequeña hoja del tamaño de una cuchara sopera pero acabada en punta y con el otro extremo cuadrado y afilado que sirve sobre todo para levantar y quitar restos de barro o tierra de los objetos encontrados o para desenterrar los huesos.

Para el dibujo arqueológico, no te puede faltar tampoco una cuerda de 1 metro de largo más o menos atada por sus extremos a unos clavos de unos 10 cm que te servirá para realizar una sección o perfil más exactos. El nivel pequeño, del tamaño de un mechero te permitirá tensar la cuerda y tenerla a nivel para cuadrar las medidas. Un metro, un lápiz, un bolígrafo, una goma de borrar y unas pinzas que tendrán usos varios a necesidad.

 

Las herramientas pesadas

Para el trabajo más sucio tendras que echar mano del pico y la pala. Inseparables e indispensables en cualquier yacimiento. Aunque no lo quieras, los necesitarás y los utilizarás más de lo que en un principio deseas. Si queremos limpiar o deshacernos de una capa de tierra, el pico hará el trabajo de manera más rápida. Del mismo modo que si necesitamos vaciar una unidad estratigráfica, el pico te ayudará a ello. 

El pico pesa bastante, tiene dos partes: el mango y el elemento metálico enganchado al mango. Este hierro consta de dos extremos, uno acabado en pico para picar y remover la tierra, y la otra parte con una superficie plana que sirve para arrastrarla la levantada por el pico.

La pala no pesa tanto como el pico, pero tienes que llenarla, es para eso, por lo tanto te acabará pareciendo más difícil de levantar al final de una jornada de trabajo. Aquellas que me resultan más adecuadas para nuestro trabajo son las que tienen un mango que termina en Y ya que permiten maniobrar mejor con la pala llena. Además de para recoger la tierra removida, con un poco de experiencia te podrá servir para definir una buena sección o para limpiar una zona como si fuera una escoba.

Manejar la pala correctamente requiere mucha práctica. En serio. No es tan fácil como puede parecer a simple vista. Para evitar hacernos daño en la espalda es recomendable que, una vez que llenemos la pala de tierra, pongamos una mano lo más cerca posible de la pala y la otra en el mango.

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La llevamos a la altura de nuestra cintura empujando con los hombros y una vez la tengamos ahí, daremos un latigazo llevando la mano derecha (la del mango) hacia arriba y acompañando el movimiento con la mano izquierda (cerca de la pala) de tal modo que las manos nos queden como si estuviéramos lanzando una flecha con un arco pero con las muñecas hacia arriba. Si lo haces correctamente el montón de tierra saldrá disparado sin deformarse hasta la carretilla.

Otra enemiga del lumbago es la carretilla. Y te lo dice una persona que lo ha padecido en muchas ocasiones. Asegúrate de que la rueda está bien hinchada porque si no, te costará moverla más que a un camión. 

Y no la llenes hasta arriba, no sobrepases su superficie o te costará más. Cuando vayas a vaciarla, toma impulso, flexiona los brazos y apóyate con tu pecho para volver a enderezar los brazos y dejar que la tierra caiga por su propio peso.

Escobillas y recogedores son también indispensables. Cuando trabajes una unidad estratigráfica hay que hacerlo bien. Pero hay personas que van más allá y suelen contar con herramientas más… más delicadas y sofisticadas. Piezas de dentista, pinceles de todos los tamaños, cucharillas, etc. No son estrictamente necesarios pero ayudan y si te sientes cómod@ con ellas y te caben en la mochila adelante.

Hay quien, como el compañero que iba al cole con un mísero boli y tenía que pedir la hoja, la goma, el lápiz y lo que necesitara, se valen nada más que de la rasqueta, la suya. Y es que ya te digo que la rasqueta es La Herramienta.

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